Cuando los sindicatos se convierten en monopolios de mano de obra que impiden la flexibilidad laboral, la modernización de las empresas y su competitividad, obstaculizan el crecimiento económico, la creación de empleos y la actualización del marco jurídico.
El Secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón,
dio a conocer a los medios de comunicación que el abogado de un líder sindical
minero, acusado de fraude por más de 600 millones de pesos en perjuicio de los
trabajadores mineros, le dijo que si conseguía el perdón de las acusaciones a
su cliente, levantaría las huelgas en varias minas del país. Ese tipo de
propuestas son tipificados como delitos en otros países, pero en México todavía
son recursos para burlar la justicia.
Los
sindicatos son asociaciones de trabajadores que, en la medida que son
voluntarias y libres, sirven para mejorar la condición y capacitación de los
trabajadores; pero cuando se convierten en monopolios de mano de obra que
impiden la flexibilidad laboral, la modernización de las empresas y su
competitividad, obstaculizan el crecimiento económico, la creación de empleos y
la actualización del marco jurídico.
Esos grupos
sindicales, herencia de un añejo corporativismo fascista del siglo pasado, son
capaces de tramar huelgas y hasta accidentes en oleoductos o minas para obligar
a las autoridades a transar con ellos y conservar sus privilegios. Algunos
partidos utilizaron a ese tipo de sindicatos fascistas para consolidar su poder
político, pero como cada día eran más onerosas sus peticiones, desde mediados
de los ochentas ya resultaba difícil sostener los equilibrios económicos ante
sus pretensiones. Por ello, el presidente Salinas comenzó a desmantelar ese
corporativismo, que impedía el progreso y la modernización del país.
Ojalá
el actual gobierno, con el apoyo de la opinión pública y de la sociedad, supere
los ataques de los sindicalistas dinosaurios sobrevivientes, a quienes
paradójicamente les han manifestado su apoyo otros sindicalistas que se dicen
de izquierda moderna y cuyos gremios nacieron teóricamente para luchar contra
ese corporativismo monopólico fascista, que tanto daño ha hecho al país y cuyo
costo social son el desempleo de millones de trabajadores y la baja
productividad de las empresas mexicanas.
EntrarLa gente subestima la facilidad con la que los gobiernos pueden destruir una economía y lo difícil que es reiniciar esas economías.