Podrá uno estar de acuerdo o en desacuerdo con el resultado de alguna encuesta en particular. Pero virtualmente todas las realizadas por empresas serias muestran la misma tendencia. Andrés Manuel López Obrador está cayendo y Felipe Calderón subiendo.

Falta mucho tiempo todavía para la elección del 2 de julio del 2006, por lo que ninguna encuesta nos puede dar una predicción ni siquiera aproximada del resultado de la votación. En agosto de 1999 Cuauhtémoc Cárdenas punteaba en las preferencias de los electores; en diciembre de ese año Francisco Labastida tenia una ventaja de 20 puntos sobre sus rivales; pero al final fue Vicente Fox quien ganó la elección del 2000.

El que las encuestas no nos permitan prever el resultado no significa, empero, que no nos estén dando una visión del sentir de los ciudadanos y una medición de las nuevas realidades políticas del país.

Durante buena parte de este 2005 López Obrador iba solo en la contienda presidencial. Él era ya el claro candidato del PRD, mientras que en el PRI y el PAN había confusas contiendas internas. El perredista se benefició también de la publicidad que se le dio al proceso de desafuero y de la ventaja que significaba tener la cobertura de los medios nacionales en sus conferencias de prensa mañaneras, y aprovechó los presupuestos de publicidad del gobierno del Distrito Federal. No sorprende que en estas condiciones Andrés Manuel haya llegado a tener hasta 14 puntos de ventaja sobre su rival más próximo.

Hoy las circunstancias han cambiado. El PRI y el PAN han definido a sus candidatos, el proceso de desafuero es un distante recuerdo, las conferencias mañaneras son de Alejandro Encinas y el gobierno del Distrito Federal ya no puede usar dinero público para promover a López Obrador. Por otra parte, Andrés Manuel se ha concentrado en una campaña de mítines en comunidades, las cuales dejan muy buen sabor de boca pero no tienen un impacto en todo el país.

Felipe Calderón ha venido subiendo en buena medida porque ha terminado el proceso interno de selección de candidato del PAN. Su apoyo total, sin embargo, apenas supera los totales que tenían con anterioridad los tres precandidatos panistas sumados. El hecho de que el proceso haya terminado sin disputas le ha permitido a Calderón unificar el voto duro del PAN. Pero para ganar la Presidencia tendrá que obtener sufragios no panistas, como lo hizo Vicente Fox en el 2000.

Roberto Madrazo se ha visto perjudicado por la acrimonia del proceso interno del PRI y por la disputa con la maestra Elba Esther Gordillo. El tabasqueño no alcanza todavía en las encuestas ni siquiera el 35 por ciento del tradicional voto duro del PRI. Esto significa que los priistas siguen divididos. El gran reto de Madrazo en las próximas semanas será, así, recuperar la unidad del partido.

De poco sirve despotricar contra las encuestas como lo ha hecho López Obrador. Éstas no determinan el voto sino que, cuando están bien hechas, simplemente nos dan una instantánea de la opinión de los encuestados. Hay buenas y malas encuestas, me queda claro; pero en este momento, a pesar de las diferencias en cifras finales de cada una, todas muestran la misma tendencia de debilitamiento de López Obrador y fortalecimiento de Calderón.