Los lugares comunes son comunes en todos los lugares; por angas o mangas, ya son el pan nuestro de cada día. Han crecido como la espuma; tanto, que hace mucho la gota derramó el vaso. Y los usados en los medios son apenas la punta del iceberg; propios y extraños los utilizan inmisericordemente. Este artículo es punto de partida, es una llamada de atención, antes de que sea demasiado tarde y los lugares comunes se nos metan hasta la cocina.
Los lugares comunes son
comunes en todos los lugares; por angas o mangas, ya
son el pan nuestro de cada día. Han crecido como la espuma; tanto, que hace
mucho la gota derramó el vaso. Y los usados en los medios son apenas la punta
del iceberg; propios y extraños los utilizan inmisericordemente.
Este artículo es punto de partida, es una llamada de atención, antes de que sea
demasiado tarde y los lugares comunes se nos metan hasta la cocina.
Convoco sin demora a
una cruzada contra ellos. Hay que agarrar al toro por los cuernos: hay mucha
tela de dónde cortar, cosa que todos podrán comprobar: tanto mi lector desde la
comodidad de su hogar mientras comparte el pan y la sal en la intimidad de la
familia, como alguna personalidad de los medios de comunicación. No hago una
convocatoria con bombo y platillo, pero sin excusa ni pretexto, sin caer en
descalificaciones y sin echar dinero bueno al malo, invito a tirios y troyanos
a dar a los lugares comunes una guerra sin cuartel. Hombres y mujeres de toda
clase y condición no pondrán oídos sordos; se darán cita para escuchar este
llamado cuando comprueben cómo van de la mano el lugar común y la frase hecha,
como un traje a la medida.
Cuidado con que se nos
haga bolas el engrudo. Alguien dirá que luchamos contra molinos de viento, que
somos cursis o estamos chapados a la antigua por esta lucha, pero no pongamos
en tela de duda a quienes así nos acusen; en el pecado llevarán la penitencia
cuando (con todo respeto) se tomen una sopa de su propio chocolate. No
pondremos tras las rejas a quien los use, ni quedarán frustrados nuestros esfuerzos
si los perpetradores se dan a la fuga; y si bien nos empeñaremos con todos los
medios a nuestro alcance, no haremos una cacería de brujas.
Sin temor a equivocarme
afirmo que hay luchas difíciles y ésta no será la excepción. No me dejarán
mentir aquellos que hayan tratado de hablar conforme a las leyes gramaticales
que nos hemos dado, pero no escatimaremos recursos en este noble empeño. No
estamos en un lecho de rosas, pero el primer paso se demuestra andando y hay
que poner un granito de arena para alcanzar el triunfo y ayudar al lenguaje a transitar
por la senda de la corrección.
El interés superior de
la nación exige que estemos a la altura de las circunstancias. Los lugares
comunes habrán de morder el polvo; hay que hacerles caer todo el peso de nuestra
enérgica repulsa, caiga quien caiga y tope donde tope. No hay vuelta de hoja;
hay que irnos a la yugular en su contra. Los veremos debatirse entre la vida y
la muerte, porque en nuestro lenguaje no tienen cabida.
No habremos de pedirle
peras al olmo ni mezclar peras con manzanas al identificar a los muchos aliados
que podremos encontrar a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. Podremos
contar con la valiosa ayuda de ciudadanos y de comunicadores que, a pesar de su
apretada agenda, compartan la misma preocupación, porque esto no es privativo
de nuestra patria; no cantan mal las rancheras nuestros hermanos
latinoamericanos o los compatriotas del vecino país del norte. No me cabe duda
de que tomarán cartas en el asunto en
Tendremos indeclinables
propósitos y no vamos a hacer el juego a los poderes fácticos pero, ¿gozaremos
de las mieles del triunfo al ver coronado nuestro esfuerzo? Dicen coloquialmente
que más pronto cae un hablador que un cojo. La moneda está en el aire; y habrá
quien ponga oídos sordos y dejará que esta cruzada duerma el sueño de los justos.
Habrá que limar asperezas con quienes sostengan esa opinión.
Nuestra lucha es
incluyente; no vamos a despojarlos de sus pertenencias ni a privarlos de su
libertad porque no somos amigos de lo ajeno. La perseverancia será nuestro
mejor aliado al dar el banderazo de salida a esta noble gesta y dar a los
lugares comunes un severo dolor de cabeza; quien continúe usándolos se quedará
con un palmo de narices.
El lenguaje es fuente nutricia de la
cultura nacional, tal como lo es el vital líquido para nuestros cuerpos, y así
como el oro negro es palanca para el desarrollo nacional. No podemos usar la técnica
del avestruz y matar a la gallina de los huevos de oro si permitimos que el
buen hablar se nos escurra como arena entre los dedos. Es indispensable echar toda
la carne al asador, redoblar los esfuerzos y, contra viento y marea, emprender
la lucha para dejar al lenguaje libre de polvo y paja. Al final del día los
lugares comunes ¡no pasarán!
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.