El 25 de junio de 1767 por órdenes del rey Carlos III los
jesuitas fueron expulsados de España y de sus colonias al tiempo que fueron
despojados de sus bienes. ¿Por qué? Según se lee en el decreto secreto de
Los súbditos, por supuesto, deberían “creer” que el monarca,
en su infinita sabiduría, había tomado tal decisión sorpresiva y sorprendente
con fundamentadas razones que, empero, esos mismos súbditos no deberían
conocer.
El lunes pasado apareció en varios diarios de México un
desplegado de
No me voy a meter a discutir si esa actitud de la
subsecretaria –una decisión, porque omitir significa, también, decidir- tiene o
no fundamentos. Es más, se me niega el derecho a saberlo porque ese mismo día,
la funcionaria, entrevistada por El
Economista, simplemente aseguró que la decisión “tiene fundamento”, pero
que “esto es algo que no debemos pelearlo en la prensa”.
Insistió en que “las resoluciones siempre tienen
fundamentos” pero no hizo explícitos cuáles son (las razones) en este caso
concreto. ¿Por qué? Porque, apunta la nota publicada ayer en la página 30 de ese
diario, el tema de la consolidación de Áreas de Servicio Local (ASL) en
telefonía no es un tema que, a juicio de la funcionaria, deba dirimirse en los
medios de comunicación.
¿Es injusto trazar algún paralelismo entre esta postura y la
de Carlos III respecto de la expulsión de los jesuitas?