Qué suerte para Estados Unidos y para el mundo entero que en momentos tan difíciles tengamos en la Casa Blanca a un hombre inteligente, que sabe expresar muy bien sus ideas y a quien le atrae mucho más la paz que la guerra.
Escuchar entrevistas presidenciales se había convertido en una tarea
colmada de escepticismo, fastidio y pesimismo. En cambio, qué inteligente y diferente
resultó que el Presidente Obama ofreciera su primera
entrevista televisada a Hisham Melhem,
corresponsal de la televisora Al Arabiya de Dubai y comenzara
aclarando que los americanos no son enemigos del mundo islámico.
Obama relató que de joven había vivido por
varios años en Indonesia, el país con la mayor población islámica, que varios
miembros de su familia pertenecen al Islam y que él está convencido que la
gente, cualquiera que sea su religión, comparte muchos de los mismos sueños y
esperanzas.
Obama elogió la valentía y determinación
del rey Abdullah de Arabia Saudita al proponer un
plan de paz y añadió: “estamos listos para iniciar una nueva relación basada en
el respeto mutuo e intereses que compartimos” porque esa es la única manera de
avanzar.
En su primera semana en la Casa Blanca, Obama
comenzó a cumplir promesas hechas durante la campaña electoral y encargó al antiguo
líder de la mayoría demócrata del Senado, George Mitchell, de negociar la paz en el Medio Oriente. Mitchell dirigió, a partir de 1995, la comisión de paz
entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte y demostró su efectividad y
competencia cuando, el viernes santo de 1998, enemigos ancestrales firmaron el
Acuerdo de Paz de Belfast. Mitchell es descendiente
de irlandeses por el lado de su padre, mientras que su madre nació en Líbano.
Así es que puede resultar tan efectivo en el mundo árabe como lo fue en
Irlanda.
Las instrucciones del presidente al embajador Mitchell
fueron que comenzara “escuchando porque con demasiada frecuencia Estados Unidos
comienza dictando… y no siempre conocemos todos los hechos. Así
que, primero escuchemos. Él (Mitchell) hablará con los
principales grupos involucrados. Me reportará a mí. Sólo entonces podremos
formular una respuesta específica y efectiva”.
Ya Mitchell estaba en el Medio Oriente cuando
el presidente hablaba en la televisión árabe y reiteraba su promesa de retirar
las tropas americanas de Irak, cerrar la prisión de Guantánamo (visto por
muchos árabes como un campo de concentración para su
gente) y respetar el imperio de la ley.
Obama aclaró: “mi misión es comunicar que
a Estados Unidos le interesa el bienestar del mundo islámico y que utilizaremos
un lenguaje de respeto… no podemos pintar con brocha gorda una religión por la
violencia instrumentada por algunos, en nombre de esa
fe”.
“A fin de cuentas –manifestó Obama-, no
podemos decirle a los israelitas ni a los palestinos qué es lo que más les
conviene. Ellos tendrán que tomar sus decisiones. Pero creo que ha llegado el
momento de que los dos bandos se den cuenta que el actual camino no conduce a
la prosperidad ni a la seguridad de su gente. Por el contrario, es tiempo de
regresar a la mesa de negociaciones”.
Obama cree que no es posible pensar
solamente en términos del conflicto entre Palestina e Israel, sin tomar en
cuenta lo que está sucediendo en Siria, Irán, Líbano, Afganistán y Pakistán porque
todo ello está interrelacionado y su primer mensaje al mundo
árabe y al mundo islámico es que “estamos listos para comenzar un nuevo arreglo
amistoso basado en intereses que compartimos y en mutuo respeto; entonces creo
que podremos lograr adelantos significativos”.
Qué suerte para Estados Unidos y para el mundo entero que
en momentos tan difíciles tengamos en la Casa Blanca a un hombre inteligente,
que sabe expresar muy bien sus ideas y a quien le atrae mucho más la paz que la
guerra.
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EntrarLa gente subestima la facilidad con la que los gobiernos pueden destruir una economía y lo difícil que es reiniciar esas economías.