La reunión del G-20 habrá sido una más de posiciones encontradas y declaraciones huecas sin una efectiva solución a la crisis.
Al momento
de escribir este artículo, sin conocimiento de cómo terminó la reunión de los
líderes del G20 en Londres, me permito sin embargo especular sobre qué fue lo
que pasó; al respecto no soy muy optimista.
Primero, coincido
plenamente con los artículos que publicaron antier y
ayer en este mismo sitio Roberto Salinas y Ricardo Medina respecto del
proteccionismo que ha ganado fuerza en los últimos meses, a pesar de la promesa
que se hizo en la reunión de Washington en noviembre pasado de no incurrir en
este tipo de prácticas. Los países desarrollados, particularmente algunos
europeos y en menor grado Estados Unidos, aunque también algunos
subdesarrollados como Argentina, han adoptado medidas que tienden a cerrar sus
economías al comercio internacional, en un juego que a la larga será de suma
negativa para el mundo en su conjunto es decir, habrá más perdedores que
ganadores. En la reunión de Londres seguramente se oyeron los reclamos de
varios países y organizaciones como
En segundo
lugar, otro peligro que puede resultar de la reunión es lo relativo a la
regulación del sistema financiero, particularmente la encabezada por el
presidente francés y la canciller alemana, quienes desean se adopte una
regulación homogénea y muy restrictiva al nivel internacional, controlando
todos los mercados y todos los instrumentos. Adoptar esta línea constituiría un
grave error porque cada sistema financiero nacional, aunque íntimamente
conectado con los otros sistemas financieros nacionales, tiene sus propias
características, particularmente en cuanto a su estructura, penetración,
desarrollo y sofisticación. Imponer una misma regulación para todos los países
se traduciría, casi con certeza, en la imposición de barreras a la innovación y
al desarrollo de los sistemas financieros nacionales, lo que se tendería a
traducir en una menor contribución de estos al desarrollo económico. Más que
adoptar una misma regulación, lo que se requiere son lineamientos generales de
capitalización, medición de riesgos, constitución de reservas, el tratamiento
contable de los instrumentos bursatilizados, así como
la separación de los bancos de las agencias calificadores, un avance por sobre
lo establecido en los acuerdos de Basilea II. Tampoco tiene sentido limitar lo
que las instituciones financieras le pagan a sus ejecutivos, siempre y cuando
la contabilidad refleje efectivamente las posiciones de riesgo que cada
institución está tomando.
Un tercer
riesgo es que los países superavitarios como Alemania
y China no estén dispuestos a incrementar su gasto, lo que presionaría aun más
la posición fiscal de Estados Unidos, de por sí insostenible.
En suma, la
reunión habrá sido una más de posiciones encontradas y declaraciones huecas sin
una efectiva solución a la crisis.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.