Siempre hay un intervalo de tiempo entre el comienzo de una recesión y el aumento del desempleo. Las compañías no proceden a despedir trabajadores apenas caen sus ventas, como tampoco contratan a nuevos trabajadores tan pronto aumenta la demanda por sus productos y servicios, sino que suele haber un rezago en ambas circunstancias.
Apenas salimos a la calle vemos muestras de la
actual recesión económica: menos gente en las tiendas y en los centros
comerciales, menos tráfico en las calles, menos sonrisas en las caras y más
estaciones de gasolina vacías o cerradas. Oficialmente, el desempleo ha
aumentado en Estados Unidos a 9,7 por ciento, pero la realidad es bastante más
grave porque esa estadística no incluye a quienes, desanimados, dejaron de
buscar trabajo y tampoco a aquellos que por ahora se contentan con trabajar a
medio tiempo o durante unos pocos días a la semana. Al incluirse esos grupos,
el desempleo es más de 16 por ciento, cifra históricamente alta en este país.
Algunos economistas se refieren a los tiempos
actuales como “la gran recesión”. Durante
La productividad, es decir, la relación entre lo
producido y los medios empleados, ha seguido aumentando en Estados Unidos y
alcanzó 1,8 por ciento en el segundo trimestre de este año, lo cual es positivo porque la productividad suele decaer
cuando baja el nivel de actividad económica, debido a la menor utilización que
se hace de la maquinaria instalada.
Los economistas mantienen que siempre hay un
intervalo de tiempo entre el comienzo de una recesión y el aumento del
desempleo. Las compañías no proceden a despedir trabajadores apenas caen sus
ventas, como tampoco contratan a nuevos trabajadores tan pronto aumenta la demanda
por sus productos y servicios, sino que suele haber un rezago en ambas circunstancias.
Washington es una de las pocas ciudades donde no
aumentó el desempleo, pero sabemos que muchos allí trabajan en el gobierno y tanto
los políticos como los burócratas poco se preocupan en reducir costos o cumplir
con los presupuestos, sino que más bien se dedican a aumentar su popularidad.
Prueba de ello son los crecientes déficit del presupuesto nacional, que más temprano
que tarde tendrán que pagar las nuevas generaciones y que ya estamos comenzando
a pagar con la caída del valor del dólar, en relación a otras monedas.
La situación económica también ha sido afectada
por la caída de los precios de casas y apartamentos. En 2008, 68 por ciento de
las familias norteamericanas eran dueñas de sus viviendas y, por las bajas
tasas de interés, muchos decidieron hipotecar la casa y gastar ese dinero. Ya
eso no está sucediendo porque durante los últimos 12 meses los bancos han
restringido considerablemente los créditos y la gente también quiere gastar
menos en un ambiente de inseguridad económica.
No debe sorprendernos que el desempleo siga
aumentando antes de comenzar a disminuir, probablemente para fines de año o
comienzos del 2010.
___* Director de la agencia
AIPE.
EntrarLa gente subestima la facilidad con la que los gobiernos pueden destruir una economía y lo difícil que es reiniciar esas economías.