Regresa Bill, todo ha sido perdonado. O por lo menos, casi todo. Siempre y cuando vengas con un Congreso Republicano.
De repente siento nostalgia por Bill Clinton. Verdaderamente me
sorprende. En 1996 denuncié su “increíble visión de la habilidad y obligación
del Estado para planificar la economía” y sus “ideas profundamente anti-individualistas”.
Pero ahora tengo un recuerdo borroso
de la administración Clinton y me parece una especie
de Era de Oro. El gasto público estaba creciendo lentamente, las malas ideas
eran en gran parte nada radicales y si bien bombardeamos muchos países, no pusimos
en riesgo a soldados estadounidenses.
Por supuesto, lo que en realidad
extraño es el gobierno dividido. En sus dos primeros años, con un Congreso de
mayoría oficialista, el Sr. Clinton respaldó una toma
de control sobre los servicios de atención médica, una ley de estímulo
económico, un impuesto sobre la energía, un aumento al impuesto sobre la renta,
un aumento al impuesto sobre la gasolina, e incluso un aumento al impuesto
retroactivo sobre el ingreso ganado antes de que él fuese presidente. Aunque mucho
de esto nunca llegó a su escritorio para ser firmado, todavía era una agenda de
gobierno más grande que la que los votantes habían esperado de un tipo que
decía ser “una nueva clase de Demócrata”.
Así que los votantes sacaron a los
Demócratas del Congreso. El presidente Clinton
proclamó a regañadientes que “la era del gobierno grande se había acabado”. Y
uno casi podía creer que él de verdad lo creía así, especialmente cuando se lo
compara con el pedido del presidente Obama, “El
gobierno debe liderar el camino”, y su programa basado en esa visión.
El gasto. El gasto federal aumentó en 32%
durante los ocho años de la administración de Clinton,
comparado con 83% bajo el presidente George W. Bush. El Sr. Obama, enfrentado
con un déficit que ya pasó los tres billones de dólares, tildó al Sr. Bush de ser tacaño y promovió una “ley de estímulo” de
$800.000 millones, una ley ómnibus de gasto de $410,000 millones con más de 9,000
rubros, una escalada en la guerra en Afganistán de $30,000 millones, y, por
supuesto, una ley de atención médica que dice que costará “solamente” un billón
de dólares (más probable es que cueste $2.5 billones) a lo largo de los
próximos diez años.
Ajustado para la inflación, el gasto
aumentó solamente 1.5% al año bajo el gobierno de Clinton.
Gracias a un crecimiento económico robusto, el gasto federal como porcentaje
del PIB cayó de 21.4% en
Durante los años del gobierno
dividido, el Congreso Republicano logró reducir los pedidos de gasto doméstico
del Sr. Clinton por un promedio de $9,000 millones
cada año. En contraste, un Congreso Republicano aprobó presupuestos no
relacionados con la defensa que fueron en promedio $16,000 millones más
costosos que los que el presidente Bush había
propuesto cada año. Y en lo que va de este año, el Sr. Obama
y el Congreso Demócrata han competido para ver quién gasta más, aparentemente
sin preocupación alguna acerca de una deuda nacional que pronto podría exceder
el 100% del PIB.
El libre comercio. Es conocido que el Sr. Clinton respaldó el Tratado de Libre Comercio para América
del Norte (TLCAN), a pesar de que gran parte de los Demócratas en el Congreso
se oponían a este tratado. Él respaldó las negociaciones de
Como candidato Obama
prometió re-escribir el TLCAN, poniendo en riesgo las relaciones con Canadá y
México. Ahora como presidente, Obama ha criticado el
proteccionismo cuando se le ha preguntado acerca de este, pero impuso un
arancel de 35% sobre las llantas importadas de China y ha ignorado las
oportunidades pendientes para expandir el comercio con Panamá, Colombia y Corea
del Sur.
La regulación. El Sr. Clinton
reguló bastante, peor también trabajó bastante para modernizar la regulación en
vista de tecnologías y circunstancias económicas cambiantes. Trabajó con los
Republicanos para derogar las restricciones a la banca interestatal y la ley Glass-Steagall de 1933, heredadas
del New Deal, promoviendo
de esa manera la innovación financiera, una mayor competitividad internacional
y servicios financieros más baratos y más convenientes. Eliminó las barreras
legales para utilizar tecnología electrónica con el fin de crear contratos y
enviar notificaciones legales. Firmó
El Sr. Obama,
por decirlo de manera más liviana, no ha mostrado interés alguno en la
simplificación de las regulaciones. Él culpa a la de-regulación de la era de Clinton de la crisis financiera. Sin tener idea acerca de
la verdadera causa del colapso en los precios de los bienes raíces, trata de
ordenar a los bancos que realicen préstamos todavía más riesgosos. Quiere un
masivo y nuevo sistema de regulación financiera, con la ingenua esperanza de
que todavía más regulaciones anticiparán,
identificarán y prevendrán los problemas que no fueron percibidos por las
actuales agencias reguladoras. Y sus reguladores están diseñando nuevas reglas
para todo, desde el Internet hasta los focos en su casa.
El Estado Benefactor. El Sr. Clinton
vetó la reforma al Estado Benefactor dos veces, pero eventualmente si firmó una
reforma profunda en 1996. Firmó una ley para eliminar los subsidios agrícolas.
Incluso hubo señales de que podría respaldar una privatización parcial del
seguro social, hasta que se metió en problemas relacionados al escándalo de
1998.
El Sr. Obama
reversó en parte la reforma del Sr. Clinton en su
primera pieza de legislación importante, la ley de estímulo, la cual contenía
$3,000 millones para ayudar a los estados a pagar a un creciente número de
beneficiarios de los bonos de ayuda estatal para desempleados, desalentando a
los estados para que saquen a las personas de la lista de los bonos y los
coloquen en trabajos. El estímulo también expandió dramáticamente el número de
estadounidenses que califican para recibir Medicaid. Más
de 36 millones de personas ahora dependen de bonos de alimentos—uno de cada
ocho estadounidenses—y la administración de Obama
está presionando a los estados para que este número crezca.
Regresa Bill,
todo ha sido perdonado. O por lo menos, casi todo. Siempre y cuando vengas con
un Congreso Republicano.
*Artículo republicado con autorización de Cato Institute
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.