La confianza es una de las claves del progreso económico, comenzando por la confianza de los inversionistas y terminando con la de los consumidores, confianza que se tiene en las instituciones, en las autoridades, en el prójimo, en el futuro, confianza sin la cual las oportunidades de progreso económico se ven seriamente limitadas. De la confianza depende, por ejemplo, la cantidad y la calidad de las inversiones, y de las inversiones depende el crecimiento de la producción de bienes y servicios, la creación de empleos, y la generación de ingreso, que forman la trilogía del progreso económico.

Las sociedades que han alcanzado un alto grado de progreso económico son sociedades caracterizadas por la confianza. Esa es la conclusión a la que llega Alain Peyrefitte en su excelente libro La sociedad de la confianza, y de eso trata Francis Fukuyama en su obra Confianza.

En México se calculan y se publican, mensualmente, tres índices de confianza: de los analistas en economía del sector privado, de los productores (fundamentalmente industriales) y de los consumidores, confianza que, una vez superada la etapa más difícil de la recesión, ha comenzando a recuperarse, lo cual es una buena noticia por lo ya dicho: el papel que juega la confianza, por las conductas que incentiva, desde la inversión hasta el ahorro, en materia de progreso económico.

Fechado el inicio de la crisis en septiembre de 2008, tenemos que, antes de la misma, en agosto de aquel año, el índice de confianza de los analistas en economía del sector privado se ubicó en 76 puntos, llegó a su mínimo en febrero de 2009, 37 unidades, y en el pasado mes de enero alcanzó los 146 puntos, mostrando una importante recuperación.

En lo que toca al índice de confianza de los productores, el mismo se ubicó, en agosto de 2008, antes de que estallara la recesión, en 46 puntos, habiendo alcanzado su nivel mínimo en febrero de 2009, 34 unidades. ¿Qué nivel logró en enero pasado? 40 puntos.

Por último, el índice de confianza de los consumidores se ubicó, en agosto de2008, inmediatamente antes de que estallara la recesión, en 90 puntos, que alcanzaron, en octubre de 2009, si nivel mínimo en 77 unidades, para, a partir de entonces, recuperarse y llegar hasta los 82 puntos en enero pasado.

Es cierto, salvo en el caso del índice de confianza de los economistas, ni el de los productores, ni el de los consumidores, han recuperado el nivel que tuvieron en agosto de 2008, pero no es menos cierto que, a partir del nivel mínimo alcanzado desde que estalló la recesión, la confianza de ambos grupos se ha venido recuperando, y ello apunta en la dirección correcta, todo ello relacionado con una variable tan importante como es la confianza, materia en el cual, pese a esa recuperación, falta mucho por hacer. Por ejemplo: ¿qué tan confiable puede ser una economía en la cual todos los años, miscelánea fiscal de por medio, cambian las reglas del juego en materia de impuestos?