En el último Pesos y Contrapesos, con motivo del préstamo que por mil millones de dólares, ¡¡¡a cien años!!!, pidió el Gobierno Federal, y que 113 inversionistas institucionales de todo el mundo estuvieron dispuestos a conceder, hice, entre otras, la siguiente pregunta: ¿Se vale que un gobierno, en este caso el de Calderón, contraiga una deuda que tendrá que pagar otro gobierno, independientemente de que sea el próximo o el que estará en el poder dentro de cien años? Mi respuesta es que no, por lo que, en el mejor de los casos, ningún gobierno debería contraer deuda a un plazo mayor del tiempo que le queda en el poder, de tal manera que, en el caso de la administración calderonista, en este mes de octubre no podría contraer deuda a un plazo mayor de veintitrés meses, que son los que le restan en el poder.

Obviamente que, de ser esas las reglas del juego en materia de deuda gubernamental, la capacidad de endeudamiento de los gobiernos se vería limitada, lo cual, para quienes consideran que el futuro del país depende del gasto del gobierno, y para quienes consideran que el endeudamiento para financiar ese gasto no presenta ningún problema, resulta una camisa de fuerza insoportable, como la resulta para todo gobierno, comenzando por el de Calderón, y ya lo estamos viendo, siendo el botón de muestra los mil millones de dólares, a cien años, pedidos prestados y prestados.

Si un gobierno no pudiera contraer deuda a un plazo mayor del tiempo que le queda en el poder, ¿de qué manera financiará el gasto que pretende sufragar con esa deuda, cualquiera que sea? De ser tales las reglas del juego, ¿cómo financiaría el gobierno el gasto que pretende realizar con esa deuda? Muy sencillo, con impuestos, respuesta que plantea la siguiente pregunta, ¿y sin con los impuestos no alcanza? Muy sencillo: que el gobierno recorte su gasto, respuesta que plantea la siguiente pregunta, ¿y si no hay tela de donde cortar para reducir el gasto? Muy sencillo, sobra tela de donde cortar, sobre todo si aceptamos que las tareas esenciales del gobierno, aquellas a las cuales no puede renunciar sin dejar de ser gobierno, son garantizar la seguridad contra la delincuencia y, de fallar en el intento, impartir justicia, y no las propias de los ángeles de la guarda, que nos preservan de todos los males, ni de las hadas madrinas, que nos conceden todos los bienes, tareas que a los contribuyentes les cuestan, ¡y mucho!

¿Quiere decir lo anterior que al gobierno debe autorizársele contraer deuda únicamente a un plazo no mayor del tiempo que le queda en el poder? No, ya que ese sería el menor de los males, mal que puede evitarse. ¿Cómo? Obligando al gobierno a financiar todo su gasto con impuestos, como al final de cuentas sucede. Llegado el momento de pagar lo que se debe, ¿de dónde saca el gobierno el dinero para pagar? De los impuestos, como que dos más dos son cuatro.