No falla: cada vez que escribo a favor de la legalización y reglamentación del consumo de drogas, por considerarlas, no el mayor de los bienes, pero sí el menor de los males, recibo respuestas criticando mi postura. Esta vez no fue la excepción. En el último Pesos y Contrapesos critiqué la lucha del gobierno en contra del consumo de drogas apelando al hecho de que el mismo no es una actividad delictiva por su propia naturaleza, habiendo preguntado lo siguiente: ¿a quién mata, mutila, viola, esclaviza, secuestra, roba o defrauda quien consume drogas? ¿Se hace daño a sí mismos? Sí. ¿Le hace daño a alguien más? No. Entonces, ¿por qué prohíben los gobiernos su consumo?  Mi respuesta es: por abusivos.

Una lectora quiere hacerme ver lo que, para ella, es mi equivocación y me pregunta: “¿Quien se droga no le causa un mal moral, por ejemplo, a sus padres, a su cónyuge, a su hijos?” Sí, claro que sí. Entonces (supongo que me preguntaría mi lectora) aceptando la tesis de que la tarea del gobierno es evitar que nos hagamos daño los unos a los otros, ¿no debe prohibir el consumo de drogas? Para responder debemos preguntar si es tarea del gobierno evitar que nos hagamos unos a otros cualquier tipo de daño, los morales incluidos, o solamente algunos daños, aquellos que violan los derechos de la persona a la vida, libertad y propiedad. Si la respuesta es que el gobierno debe evitar que nos hagamos, unos a otros, cualquier tipo de daño, llegaríamos a extremos absurdos, como el del siguiente ejemplo.

Supongamos que Lupita está locamente enamorada de Juanito, su novio, quien acaba de conocer a Rosita, de quien se ha enamorado locamente, razón por la cual rompe su compromiso con Lupita, quien cae en una depresión pavorosa, de la cual no saldrá fácilmente. Sin duda alguna que Juanito le ha causado un daño moral considerable, ante el cual la pregunta es, ¿qué debe hacer el gobierno? ¿Prohibirle a Juanito que deje a Lupita y que, aún en contra de sus sentimientos, le diga que la ama con locura, que vivirá a su lado hasta que la muerte los separe, todo ello con el fin de no causarle el mal moral consecuencia de su abandono? Seguramente la respuesta de todos es que no, que el gobierno no debe prohibirle a Juanito dejar a Lupita, aún sabiendo el mal moral que su partida le causará, ocasionándole una “depresión pavorosa”. Si la respuesta es ésta – que no, que el gobierno no debe evitar tal daño moral -, ¿existen algunos casos de daño moral que el gobierno sí debe evitar? Si la respuesta es afirmativa, entonces resulta que la cuestión no es de principio, sino casuística: en algunos casos sí y en otros no. De acuerdo, ¿en cuáles sí en cuáles no? ¿Quién establece la frontera entre los casos que sí y los que no? ¿Con qué criterio?

Volviendo al caso de las drogas, ¿de quién es la responsabilidad de prevenir su consumo, sobre todo entre niños y jóvenes? De los padres. El gobierno, quien se ha arrogado una responsabilidad que no le corresponde, ¿ha dado buenos resultados? Su lucha contra el narco, ¿avanza en la dirección correcta? Si así es, ¿por qué destina cada vez más recursos, de todo tipo, desde humanos hasta dinerarios, para luchar contra los narcotraficantes? ¿No será porque pese a todo lo hecho - los decomisos, las aprehensiones, las extradiciones -, el narco es una Medusa a la que no se puede descabezar total y definitivamente? Hay que distinguir: una cosa es que cada vez se luche más, y con más recursos, y otra que la lucha se vaya ganando.

Para terminar vuelvo a la pregunta: ¿es tarea del gobierno evitar que nos hagamos unos a otros cualquier tipo de daño, los morales incluidos, o solamente algunos daños, aquellos que violan los derechos de la persona a la vida, libertad y propiedad?, pregunta que se sintetiza en la siguiente: gobierno, ¿hasta dónde?