Legalizar las drogas eliminaría el poder económico de las mafias. Su reino del terror sería eliminado por una fuerza mucho más poderosa que las balas: la competencia.
Dos mil ocho
ha sido un año sangriento. La violencia hoy es una realidad cotidiana. Ya no
sorprende a nadie escuchar que aparecieron cuerpos decapitados en
Los costos
de la guerra contra el narcotráfico son abrumadores. No hablo sólo en términos
monetarios, sino en la degradación y la corrupción de las instituciones, la
generalización de la violencia, el temor en la ciudadanía pero sobre todo en la
perdida de vidas humanas. En 2008 el número de muertos en la guerra contra el
narcotráfico supera los cinco mil.
Todo esto es
la perversa consecuencia de negar un hecho fundamental: que cada quien es el
dueño de su cuerpo. Prohibir las drogas supone negar esto, negar de facto el
derecho a las personas sobre sus cuerpos para que sean los burócratas quienes
se conviertan en los propietarios de nuestras vidas.
Evidentemente
semejante prohibición supone un paternalismo inaceptable. Pero cuando está
ocasionando miles y miles de víctimas, además de no ser aceptable se convierte
en una política profundamente irresponsable y hasta criminal. La culpa no es
del poder ejecutivo que está en su obligación de cumplir la ley y combatir a
las mafias asesinas sino del legislativo que mantiene la prohibición sobre el
consumo, producción y comercio de drogas.
Por ello es
de celebrarse que algunos políticos comiencen a plantear la legalización. Hablo
del Partido Socialdemócrata y del asambleísta perredista
Víctor Hugo Círigo. Desafortunadamente el primero es
un partido insignificante y el segundo no ha tardado en ser descalificado por
sus compañeros. En el PRI están más preocupados promoviendo la pena de muerte
(así sea con medios light)
y al PAN le puede más su arraigado conservadurismo que cualquier inspiración
liberal. Así, la posibilidad de una legalización en el corto o mediano plazo
parece cancelada.
Sin embargo,
no por ello debemos dejar de apoyar la apertura del debate sobre la
legalización de todas las drogas. Las prohibiciones nunca han acabado con el
problema. Mientras haya quien quiera consumir drogas, habrá quienes las ofrezcan.
Del mismo modo que la ley seca en Estados Unidos no acabó con el consumo de bebidas
alcohólicas y sólo aumentó el poder y la riqueza de personajes como Al Capone,
la prohibición de drogas en México tampoco ha acabado con el consumo de drogas
sino que ha dado un inmenso poder a organizaciones criminales. Estas mafias
adulteran las drogas haciéndolas más peligrosas.
Además, los
cárteles del narcotráfico obtienen un enorme poder económico producto de las
rentas que otorga el mercado negro. Poder económico que se convierte en un
poder político y militar capaz de poner contra las cuerdas al gobierno y al
ejército mexicano. Legalizar las drogas eliminaría el poder económico de las
mafias. Su reino del terror sería eliminado por una fuerza mucho más poderosa
que las balas: la competencia.
Somos
nosotros como individuos y desde nuestro libre albedrío quienes debemos
rechazar el consumo de drogas. Los padres de familia y los educadores deben
combatir el abuso de las drogas (alcohol y tabaco incluidos) en los jóvenes no
desde la represión y la prohibición políticas, sino desde la educación y una
cultura de la responsabilidad.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.